lunes, 19 de julio de 2010

Unicef y su campaña Indie de agua

Supongo que todo el mundo recordará las típicas campañas de Unicef, esas que durante varios años nos mostraron la cruda realidad que no queríamos ver. Sus campañas, con un tono sensiblero y sentimental, conseguían que donásemos dinero a base de mostrarnos niños hambrientos de tripas hinchadas y familias enteras desplazadas de sus países. Sin embargo, en esos años, dar dinero o comprar postales para ayudar eran actos que se hacían más que por ayudar, por pena, por tormento personal. La gente se sentía mal consigo misma y tenía que quitarse ese nudo en el estómago que tanto le molestaba.

El resultado de todas las campañas era muy simple: cuando emitían anuncios o publicaban gráficas las donaciones aumentaban. Si no hacían campaña, entonces las recaudaciones disminuían. Además, nadie donaba con una sonrisa. Al fin y al cabo siempre tenías en mente la imagen de ese niño desnutrido.

En 2007 Unicef lanzó, entre otros proyectos, Tap Project y su estrategia de comunicación cambió radicalmente. Este proyecto que nació en Nueva York, se basa en pedir a los clientes de diferentes restaurantes 1$ en concepto de donación por el agua que ellos normalmente reciben gratis. La campaña ganó un león de titanio en Cannes 2007.



Esta acción fue ideada por Droga5, la agencia de Nueva York. Sin embargo, han ido más allá que la alianza con el sector hostelero. Este año, han realizado una acción de street marketing que ha conseguido una gran repercusión mediática y recaudar los fondos que necesitaban. La acción consistía en instalar máquinas expendedoras de agua en Nueva York. Pero este agua no era potable, sino que era agua sucia como la que se consume en países tercermundistas.



Es una acción Indie, muy diferente a las que nos tenían acostumbrados. Unicef ha revolucionado la forma de hacer donaciones y campañas de ayuda a los demás. La gente da su dinero con una sonrisa porque realmente no se sienten esclavos de sentimientos lastimeros. Todo lo contrario, se alegran de ayudar. Se sienten bien, pero sobre todo, ven que sus donaciones salen de ellos mismos sin necesidad de que les muestren las miserias de los demás. Es un gran cambio y espero que Unicef nos siga sorprendiendo tan Indie-mente.

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